viernes, 13 de abril de 2007

Y si existiera? Estarías en el mismo lugar?

Y es entonces cuando el humor baja y la excitación pasa que me pregunto, si es precisamente ésta la condición a la que todos llaman la crisis de los treintas.

Volteo a mí alrededor y la mayoría de los que conozco se encuentran en ese rango, en el temido “tercer piso” o a unos pasos de éste, unos afortunadamente completos y de pie, otros tantos con mucha diversión, algunos solo temporalmente “sacados de onda”, pero la mayoría con una constante de vida… la incertidumbre. Sin duda todos, sin faltar uno solo, cometiendo errores y tratando de vivir intenso, peleando por su propia felicidad.

En dónde quedó la inocencia que durante la infancia, nos llevó a creer que recibiendo a Santa y sus respectivas cajas de regalos debajo del árbol, éramos felices? En dónde diablos botamos mientras adolescentes, la felicidad que nos producía sabernos observados por quien nos gustaba, y quien solo echaba de vez en vez una miradita por encima del comic para saber si seguíamos ahí? Dónde “ajos” quedó el pensamiento de adjudicarle al futuro la felicidad, cuando en realidad en ese momento al no tener nada lo teníamos todo?

Reto a quien no en un momento de ira adolescente (Carente de cualquier cosa y carente de nada) haya apostado que al crecer, que al madurar, que al tener un trabajo y ganar su propio dinero, al no tener que hacer más las labores o dejar de presentar más exámenes sería feliz, que al saberse poseedor de su propia libertad y capaz de beber alcohol, fumar mota o tener sexo con cualquiera que quisiera, llegaría finalmente a la obtención de tan anhelada FELICIDAD???

Yo lo hice, con gritos y berrinches, con reclamos y rebeldía me apresuré a madurar, volé por sentirme mujer y dejar de ser tratada como niña, quería vivirlo, quería serlo, quería experimentarlo y no solo escucharlo, “moría” por ser feliz!!!.
Un día al despertar las condiciones que en desventaja y Vs. mi propio destino me colocaron ahí, cuando al quedar en ceros y en época de “vacas flacas” y después al perder a mi padre “chickchin” deseo cumplido… AHORA TENÍA QUE SER UNA MUJER, LA MUJER DE MI CASA, LA MUJER DE 16.

Batallas perdidas, otras tantas ganadas y como recompensa ahora algunas experiencias de vuelta que me llenan de la valentía para escribir unos párrafos pensando que lo sé todo y con la duda de no tener idea de nada.
Pero que coños cuando el día de hoy, sigo siendo la chiquilla jugando a mujer, justo hoy a los 29 años, 6 meses y 4 días, sentada en domingo y pasado el medio día aún con pijama, en la cocina de casa de mis padres, frente a una computadora que ni siquiera es mía, sino que pertenece a la empresa para la que trabajo más de 40 (muchas más) horas a la semana, esperando a que mi madre llegue y me sorprenda con la comida del día que me pondrá de mejor ánimo, maybe el caldito de pollo que me prendía pila cuando estaba chica, me doy la licencia de escribir la basura que se me atora en la garganta, que me gira como chicharo en sartén dentro de la cabeza y la que no me atrevo a compartir verbalmente con mis amigos los treintones por miedo al debate, pero que me muero por subir al blog para comprobar vía la desesperación, que no soy la única que se siente así, en búsqueda de la felicidad.

Como saberlo, cuando acabo de colgar la llamada de mi mejor amiga, que recién se independizó del lecho familiar y quien se encuentra ahora a kilómetros de distancia de su “nuevo propio espacio”, lavando ropa en casa de su mamá. Cuando quisiera llamar a mi otra mejor amiga que está haciendo exactamente lo mismo que la del teléfono, pero ella al sur de la ciudad. Cuando ayer mismo llamé a otra de mis grandes amigas, quien es como mi hermanita mayor y está rumbo a Querétaro a visitar a sus padres y hermanas. Cuando ayer mismo mandé mensaje a su esposo quien estaba compartiendo el fut con su hijo acá en la ciudad y lejos de ella su gran amor. Cuando pienso también en mi amiga “periciosa”, que se encuentra del otro lado del charco, a punto de ser tremendamente feliz y que recién me contacto vía Messenger para externarme sus temores de estar a punto de casarse con el hombre de sus sueños y llenarse de chilpayates mitad italianos mitad mexicanos. Cuando me preocupa la otra amiga que pide a gritos su familia la apoye después de su divorcio y quien a gritos los corre cuando éstos se involucran en su vida. Cuando mi amigo “Enorme/Huge” lo tiene todo, de la mejor calidad y en el momento en que lo desea, pero pasa días enteros dedicando pensamientos a la chamaquita con barritos en las nalgas que no le hace caso? Cuando obvio aparece en mis recuerdos mi ex, con los pros y contras de ser mi propio fantasma, mi demonio de cabecera? Cuando me siento re culpable de no haberme sentido capaz de compartir con un hombre con quien salía, y que quería dármelo todo, por el simple hecho de “Querer dármelo todo” (Helloooo!!!)?
Y finalmente cuando ayer mismo, desde antes de abrir los ojos y hasta el último pensamiento de mi día lo dediqué al hombre con el que hace 8 meses decidí jugar mi propia independencia sexual y convertirme en la mujer de ocasión, la de una sola noche, la puta del momento y de quien estúpidamente me enamoré como una chiquilla?

Estaremos todos felices en donde y con quien estamos? Con lo que hacemos?

Seré yo la única en meditación constante y obsesiva por la búsqueda afanosa de la felicidad? Nel! Ni madres!

Con toda la inmadurez que me caracteriza y con esa falta de kilometraje que me mantiene aún muy bien rankeada como un “seminuevo de valor”, me aventuro a afirmar que la felicidad no es una condición en la que el cuerpo, la mente y el alma se sitúan al ser encontrada, que la felicidad tampoco es el puesto que se consigue después de años de trabajo y esfuerzo, ni mucho menos la billetiza que lo acompaña, felicidad tampoco es colocar un anillo en la mano del ser amado, ni firmar el papel que comprueba que la condición durará hasta que la muerte haga lo suyo y mucho menos llegar ahí para comprobarlo.

Me es grato pensar y mantener en mi mente y corazón (Cuyo inocente color siempre ha sido rosa, situados en lugares de frágil cristal dentro del personaje que soy), que la felicidad no es más que una variable, la más inestable de todas, la más escurridiza, el secreto mejor guardado del universo, la travesura de Dios, una muy parecida a aquella llamada “libre albedrío”.

La felicidad no es más que la búsqueda de la felicidad, la felicidad eres tú mismo, es tu Dios, es tu familia, son tus amigos o mis increíbles sobrinos, felicidad son Cachito y Mica ronroneando a sus padres cuando llegan de trabajar, felicidad es la chela en caguama de La Perla que mi mejor amiga podrá beber cuando termine su dieta, felicidad es la tranquilidad que a mi otra mejor amiga, la sureña, le de saber que “Reny” es solo suyo y que se amen y dejen amar, felicidad es el día en que la princesa Pizzadilla arrulle en sus brazos a un peque cuyas primeras palabras sean “Bonjiorno pricipesa”, felicidad es cuando la wera descubra la hermosa mujer que es por dentro y por fuera, mierda, felicidad es y será hasta ese momento en el que “enorme” logré comprobar el mismo que su princesa de quien está enamorado no tiene barritos en las nalgas.

La felicidad son momentos que al final de nuestros días nos llenarán el todo, pero que durante la vida nos hacen recrudecer más en los vacíos de la nada, la felicidad es todo lo que tenemos y la expectativa de lo que aún no hemos recibido, justo como cuando éramos niños y queríamos crecer, como ahora que hemos crecido y no queremos hacerlo más.

La felicidad no es tan difícil de encontrar, pero si es bien sencilla de almacenar, la felicidad encuentra en la memoria su máxima compatibilidad, pues solo a través de ésta pierde caducidad y mantiene vigencia, haz la prueba y trae de vuelta algún recuerdo feliz, el más feliz de todos, no importa cuan viejo sea y muy a pesar de que haya tenido un final infeliz. Sonreíste? Te emocionaste? Yo también. Justo es la felicidad lo que te hará trascender más allá de la vida, más allá de la muerte, en la venas de tus hijos o en la memoria de tus amigos, en los recuerdos de los que fuiste parte y más fuerte aún los que tu mismo propiciaste.

La felicidad es cuando te vuelves arriesgado, a exponer cuerpo y alma en terreno peligroso, cuando apuestas todo a un juego perdido y te imaginas ganándolo.

La felicidad es amar sin restricciones, sin causas y sin excusas, sin motivo alguno, sin la necesidad de verbalizar el porqué, así, de manera espontánea, es también por supuesto dejarse amar sin pensar en el final, sin esperar cuando será la siguiente vez o si habrá tal.

La felicidad es hasta este momento depresivo de lluvia ligerita y día nublado, en el que me encuentro sola y tomando vodka con manzana light, torturándome al pensar si lograré tener un buen cuerpo al llegar a los treinta, si encontraré en algún momento al hombre que me permita darle todo lo que soy, lo que tengo y lo que no, el hombre que me deje llenarlo con todo esto que explota en el pecho y que llamo amor, una y otra vez tras cada pelea, dárselo todo y hasta que duela y recuperarlo de vuelta hasta que deje de doler, una y otra vez a sabiendas de que en mi el corazón se regenera más rápido que las heridas a Wolverine.
Encontrar ese hombre que me hará emocionarme con el simple hecho de tratar de reflejarse en mi mirada una madrugada cualquiera que yo esté dormida, el mismo que hará que me duela la barriga llena de mariposas, con un solo mensaje a media junta que diga: “ESTOY PENSANDO EN TI, pensando en dónde coños guardaste mi X-Box para colocar tu maquina de masajes anti-celulitis!!!”, el mismo que evitará a toda costa que vayamos a la reunión aburrida de alguna “amiguis borrachona” que nos haga bailar a timbiriche hasta las 3 de la mañana o algún antro mamón de $500 el cover, bajo la mejor propuesta de tener esa misma noche el sexo de nuestras vidas!!!, en efecto ese mismo sexo que dure tan solo 15 minutos y luego una peli en la cama, abrazados, ese mismo hombre que no soltará mi mano en toda la noche!!!, más que para rascarse sus partes, pararse al baño, jalar las cobijas, cambiar la TV para ver ESPN o a Wild on Tara, rascarse de nuevo, jalar las cobijas otra vez y pararse por agua hasta que sea la hora de despertar.

Quiero a ese hombre que no sepa como formular una promesa, que no hable de tiempos ni de fechas límites, quiero al hombre que como yo le huya a los plazos, aún hasta a los de los créditos, quiero al hombre que no hable de compromisos.
Quiero al hombre que se deje sorprender por la cajita de pandora y el personaje que soy yo… y que eso lo encante. Quiero al hombre que sepa solo que me ama, pero que no pueda escribir en una frase sencilla el porqué. Quiero al hombre que llene mis espacios en blanco con sus propias soledades, quiero al hombre que acalle mis demonios con sus propios temores. Quiero al hombre que no sepa decirme lo que quiere para mantenerme siempre alerta de poder dárselo.
Quiero al hombre que como yo… encuentre el lugar perfecto en una habitación en la que solo estemos los dos. Quiero al hombre del que yo sea su sueño, como el será mío.

No se me confunda en deseos, en efecto y como todas, busco justo la pareja que tan acertadamente Depeche Mode describe en SOMEBODY, pero lo quiero de carne y hueso, ja.

Conectada ahora a mi iPod y a mi cigarro y recibiendo mensajes multimedia de mi sobrina quien tiene la mitad de mi edad (F.U.C.K), y que me manda fotos “impertinentes” del cuerpazo que el jazz le está haciendo y condimentándolas con explícitos descriptivos de los atascones pubertos que se da con el supuesto amor de su vida a escondidas de sus papás, embarrándome en la cara lo feliz que se es a esa edad…pues así tal cual, espero acá sentada la felicidad, ya mañana me despertaré a perseguirla.

Nadie que yo conozca o de quien haya leído ha conseguido lo que hemos etiquetado tan erróneamente como “tal estado o condición”, felicidad es tener en que entretener la mente, el cuerpo y el corazón buscando por ella.

La felicidad es de seguro ver la pulsera brasileña de los deseos reventarse, junto con tus sueños cumplidos y con una lista de nuevas peticiones y nudos que traerás colgando hasta que sean cumplidos de nueva cuenta. No te le escondas ni se la niegues a nadie, finalmente no eres tan poderoso.

LA FELICIDAD ES LA EMOCIÓN DE LA INCERTIDUMBRE, QUE TE HACE PENSAR QUE CUALQUIER DETALLE QUE LLEGA A TU VIDA PUEDE SERLO Y QUE AUN SIN TENER LA CERTEZA TE DEJES SORPRENDER POR QUE ASÍ SEA, O NO…
Y LO DEJES ENTRAR A TU VIDA.


P.D.- En efecto, mi madre llegó, sin caldo de pollo calientito y humeante pero sí con un pollo rostizado para recalentar en casa, y ésta Bijin que soy yo se sorprende y da gracias a Dios por tener la felicidad de llenar la barriga con comida y dejar de escribir pendejadas.
La felicidad está hasta en el pollo, no así en los carbohidratos.